LA LETRA PEQUEÑA



Quizá tuve que llegar hasta aquí para comprender que la vida no puede analizarse si no es cuando se mira hacia atrás y desde muy lejos.

No me considero ni por asomo romántico, he de advertirlo antes de nada, sino todo lo contrario. Pragmatismo, método y empirismo componen la trinidad de mi doctrina privada. Así que resultaría descabellado pensar que soy del tipo de persona que se deja llevar por cualquier suerte de sentimiento sensiblero. Aunque tengo que admitir que mi vida también está llena de contradicciones, y al poco de llegar a Granada sentí que una faceta, oculta hasta entonces en mi interior, había estado esperando pacientemente el momento de mirarse en el espejo adecuado.

No me resulta fácil explicar este tipo de cuestiones, pero digamos que mi trabajo transcurre en las cloacas de cualquier ciudad, donde la frialdad y el desapego se convierten en piezas imprescindibles del uniforme laboral. Es algo parecido a lo que les pasa a los médicos: a fuerza de evitar la empatía con el enfermo corren el riesgo de ver algo distinto de una persona en cada paciente. Pero esto es especular y el pragmatismo se opone a la especulación. Además, yo no soy médico.

 

CAPÍTULO 14 — LA BÚSQUEDA




Sus ojos, sólo sus ojos teñidos de azul profundo son capaces de succionarle la voluntad y convertirlo en un títere a merced de sus caprichos...

Bueno, sus ojos y ese aire desvalido que no acaba de abandonarla ni en los momentos más felices. Aunque, esta vez quizá deba añadir un deje de decepción al añil de su mirada la mañana del lunes, cuando se despidió de él rozándole apenas los labios. Ese gesto desdeñoso no es propio de Angie y, poco antes, a Mikel le pareció casi cómica la forma que tuvo de evidenciar que pensaba continuar con lo que él considera una extraña pataleta de detective principiante, abriendo el neceser con furia y arrojando literalmente a su interior todos los objetos apostados en los estantes del armarito del baño, incluido el bote de aspirinas...

13 - EL OTRO LADO DEL ESPEJO




24 de abril, día 5.-

Son tantas las sensaciones que me abruman que no estoy segura de poder transcribir mis propios pensamientos.

No he tenido en cuenta esta contingencia, a pesar de que ya debería conocer mis propias limitaciones, y en estos momentos la sensación de irrealidad es tal que no soy capaz de afirmar si estoy despierta o sigo perdida en medio de la extraña visión nocturna. Me obligo constantemente a tocar los objetos que me rodean y a poner a prueba el resto de los sentidos con la vaga esperanza de regresar al mundo tangible.

12 — EL ESPEJO




Cada vez que un coche atraviesa la calle Santiago, las luces se enfrentan a las sombras y trazan en el techo una diagonal perfecta compuesta de curvas y rectas veloces, sinuosas. Dai las estudia atentamente y busca en ellas la razón matemática del tiempo en relación con el espacio, un pasatiempo olvidado de la niñez cuyo sentido es obvio sólo para ella, como tantos otros conceptos inherentes a su propia personalidad que ha ido relegando a golpes de realidad despiadada y obtusa.

11º — LA BÚSQUEDA




Poco a poco, la oscuridad se convierte en luz por puro compromiso con el universo. Lo negro se ha vuelto gris, sin más, no hay matices de color ni alardes milagrosos de la naturaleza. Un lunes en blanco y negro, triste y vacío, es lo único que tiene hoy la vida para mí.

10º — GRANADA — 23 de abril. Día 4

Desde el viernes pasado mi vida se ha convertido en una aventura desproporcionada hasta en el más nimio de los detalles. Lo reconozco. Como también admito que no estoy muy segura de las razones que me empujan a seguir adelante con esta historia descabellada y casi irracional, pero una voz interior me insta a continuar a pesar de que no tengo nada, aparte de un par de conversaciones telefónicas con un extraño y un sinfín de sensaciones desconocidas que me mantienen en éste absurdo estado de permanente fascinación. He desoído las objeciones y temores de Mikel y también ignoré el malestar que, al parecer, he provocado en el seno de mi propia familia al tomar esta decisión.

9º — CLAUDIA
(a Marse)

La tarde se tiñe de gris a medida que mis pies se adentran en Fuencarral a paso lento pero inexorable. Percibo cierto calor humano alrededor y cómo los retazos de frases inconexas, sin sentido, resbalan por los bordes de mis pabellones auditivos, aunque no alcanzan a penetrar en mi entendimiento. Ni siquiera consiguen arañar mi curiosidad. Apenas soy consciente de nada porque la bruma densa y gris sigue embotándome el cerebro y convierte mi angustia de esta mañana en impaciencia desmedida desde el preciso instante en que vi a la rubia en el puesto del rastro.

8º — NADA ES LO QUE PARECE
(a carmeloti)

Dos críos de cabello rubio y enmarañado corretean a las palomas con ahínco a través de la concurrida plaza. La mayoría de las aves ha volado hasta lo más alto de la fuente, o a los tejadillos de los puestos de flores, y observan desde allí la evolución de dos de sus compañeras, las únicas obstinadas en permanecer en tierra a pesar del inminente peligro. Las migas de pan húmedo, que una de las floristas acaba de arrojar al suelo, parecen demasiado tentadoras para éstas.

Los niños lanzan al aire sus gritos desafinados y estridentes y embadurnan el aire de un rojo vivo, radiante. Persiguen a los animales con un trozo de pan mojado en cada una de sus manos extendidas, y parecen llamarlos en un idioma extraño que Dai no es capaz de identificar.

7º — ¿DESEO…?
(para Alejandra y todos mis amigos en Argentina)




—Mauri…

La realidad penetra a través de mi hombro, adherida a una mano cálida y acogedora, pero no soy capaz de abrir los ojos inmediatamente. La opresión en el pecho se niega a ceder y las imágenes oscuras siguen arrasando mi mente. Como si me encontrase justo en la línea sutil que delimita el consciente del subconsciente, puedo sentir al mundo objetivo rozando suavemente mi cuerpo en forma de sábana de satén, y el calor tibio del cuerpo desnudo de Cecilia junto al mío, pero sigo perdido entre la oscura neblina del viejo desván de mi padre.

6º — UN DOMINGO CUALQUIERA



Hace más de dos horas que Mikel se esfuerza en escuchar sus propios pensamientos por encima de los compases caóticos de Comus o la transgresora y potente voz de Grace Slick. Los razonamientos se confunden en su mente y las ideas se le mueren aún antes de nacer, como si intentase escribir una tesis sobre el silencio junto al batería de Metallica en mitad de un concierto.

5º — DIANA Y PALOMA

“…Su nombre es Paloma Ruiz, repartidora de pizzas de tan solo veintidós años en la ciudad de Granada…”

La voz en off adquiere una dimensión distinta en el interior de la sala y tiñe la pantalla del televisor de un tono rojizo furioso.

4º — 20 de Abril. Día 1

Me dispongo a reflejar sobre el papel lo que el corazón me dicte a partir de este momento, sin conocer la extraña razón que me empuja a ello pero como si mi vida dependiese de cada frase, de cada palabra; como si necesitase atrapar con el bolígrafo las claves que escapan a mi cerebro… Como si pretendiese justificar de alguna manera las secuencias enloquecidas, sin sentido aparente, que martillean mi pensamiento desde esta mañana.

3º — DESDE LEJOS

Cuando salgo a la calle todavía es de día, aunque las agujas de mi reloj pasan de las ocho y media.

Una ráfaga de brisa fresca y sutilmente perfumada, procedente del desbordado macizo de jazmines del balcón del edificio aledaño, a mi derecha, me devuelven violentamente a la realidad.

MERCEDES SOSA (1935-2009)
(A mi buen amigo, del que sólo conozco su alma)

Mercedes Sosa
“…Mercedes, salmo en los labios
Amorosa madre amadaMercedes Sosa
Mujer de América herida
Tu canción nos pone alas
y hace que la patria toda,
menudita y desolada,
no se muera todavía
No se muera porque
siempre cantarás en nuestras almas...”

HATS OFF TO (ROY) HARPER



Las ráfagas luminosas de los faros recorrían intermitentemente el callejón atravesando la ventana, abierta de par en par a la tórrida madrugada, y lamiendo velozmente las paredes desnudas de sueños y hambrientas de cal…

No podía dormir…

A veces, volvía a sentir como latía en el interior de su pecho el corazón de aquel niño asustado, tumbado sobre la sábana mojada de acuciante incontinencia infantil…

Y el miedo volvía a agarrársele a las entrañas…

Pero sólo a veces…

El murmullo de aquellas noches de verano martilleaba sus sienes sin piedad y removía violentamente sus instintos más fieros, porque nada era comparable al recuerdo angustioso de aquellas veladas largas, inagotables, en las que el reloj se detenía como si una maraña de pelo sucio y polvo hubiese atascado la rueda del tiempo, que sólo volvía a reanudar su marcha… con las primeras luces del alba…